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FILOSOFIA
El objetivo de este ensayo es adentrarse en las razones por las cuales tanto entre los pensadores jónicos que Aristóteles llama «los físicos» (hoi physikoi), como entre los físicos del siglo XX, se efectúa un tránsito de la física a una reflexión posterior (tras la física, meta ta physika), a la cual cabe llamar filosofía y que, en gran medida, constituye un tránsito desde la interrogación inmediata sobre la naturaleza a la interrogación sobre el ser mismo que interroga. Tratándose de la física cuántica, el viraje se efectúa como consecuencia de la aparición de serias razones para dudar de que los principios que según Einstein «caracterizan el mundo de las ideas en física» (realismo, localidad, causalidad, individuación?) sean realmente inherentes a la naturaleza, pues entonces surge inevitablemente la pregunta: ¿quién los proyectó sobre la misma? Pero incluso cuando la naturaleza no había dado lugar a sospecha sobre la vigencia de los principios ontológicos de base, tal como ocurre en los albores jónicos de la física, hubo ya razones que movieron a ir más allá de la disciplina que de entrada los physikoi practicaban: la concepción de la physis que hacía posible la física implicaba considerar que el conocimiento modifica al sujeto que conoce, mas deja indiferente al objeto conocido (la naturaleza se deja desvelar pero no violentar, cabría decir). Pero los avatares mismos de la reflexión hicieron surgir la sospecha de que la pretendida naturaleza subsistente sólo encuentra soporte en las conjeturas (vacío, átomos, números?) de ese intelecto que en principio aparecía como mero observador. Si, por retomar una expresión de Wolfgang Pauli, la física del siglo XX «está hecha un lío», cabe pues decir que el lío es antiguo y que ya los físicos jónicos se vieron atrapados en él.
El mito nos dice: se hallan sometidos al padre brutal; un día, sin embargo, lo matan y lo devoran. Ahora bien: el resultado de esta acción no es, paradójicamente, otro que la restauración de la prohibición, bajo la forma infinitamente más sólida de la autolimitación, de la interiorización de la ley, es decir, de la emergencia de la ley propiamente dicha, pues lo que separa la sumisión de la leyes que ésta se halla interiorizada por quien de ella es sujeto. El acto criminal y su correlativo arrepentimiento se encuentra -nos dice Freud- en el origen de la religión, de las organizaciones sociales, pero también -y sobre todo- de las restricciones morales: “y el padre muerto adquirió un poder mucho mayor del que había poseído en vida”. Primacía del padre... muerto, o sea, erección de la ley como barrera que escinde lo natural de lo humano y que permite la interpretación de lo primero a partir de lo segundo. Tal escisión es el origen del mundo, si mundo ha de ser un concepto racional y no una representación mítica. Comprometido por la repetición transferencial de sus pacientes en el drama mediante el cual emergió el sujeto como fruto de la ley, Freud viene a ser partícipe, además de espectador, de la dialéctica forjadora del mundo. Lo que a él se revela entonces es la articulación del mundo en torno a un primer objeto: objeto irresolublemente perdido pero encubierto bajo forma de objeto presente y ahí buscado. Impasse existencial, cuya ilustración paradigmática es la figura -por Freud analizada- de la melancolía.
Separata facticia de 23 pp. de la revista Theoria. Texto en inglés. San Sebastián, Octubre 1986-Enero 1987.
157 pp.+1 hh. 21,5x12,5. Rústica con solapas. Ed. La Gaya. Barcelona, 1977.
157 pp. 21,5x12,3. Enc. editorial. Ed. La Gaya Ciencia. Barcelona, 1977.
LÓGICA Y TOTALITARISMO - TÒ HÉTERON - EXPLORACIÓN DE LA ALTERIDAD - SUBLIMACIÓN DE LA ALTERIDAD - LÓGOS Y PÁTHOS.